“En
el principio creo Dios…” (Gen.1:1) estas palabras son tan sencillas pero tan
significativas. El mundo da vueltas y
vueltas buscando respuestas a preguntas tales como, cuando empieza la vida,
durante la concepción, o ¿cuándo comienza el latir del corazón del bebe? Si un
feto no puede vivir fuera del cuerpo de su madre ¿se le puede considerar un ser
viviente con derechos?
Es
aceptable ayudar a morir a un enfermo crónico, ¿practicando la eutanasia?
En
fin las respuestas que busca la humanidad a todas sus interrogantes, se pueden
contestar con 5 palabras, “En el principio creo Dios”…
Dios
creó al hombre a su imagen y semejanza, lo creo del polvo y soplo vida en él.
Lo hizo un ser pensante, creativo, inteligente, y le otorgo el dominio de su
propia voluntad. En otras palabras le dio la habilidad de tomar sus propias
decisiones, para bien o para mal. Dios
no violento la voluntad del hombre. Lo
que hizo fue mostrarle que habían dos caminos uno del bien y uno del mal, luego
le dijo que escogiera el bien si quería
tener buenos resultados, “He aquí yo pongo
delante de ti la vida y la muerte, escoge la vida” (Deut.30:15).
Al
comprender este principio, podemos retomar de nuevo las preguntas que provocan
tantas discusiones en las cortes jurídicas, en los centros de educación, en los
medios y a veces en nuestras propias mentes.
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